La remolacha es rica en hierro y en fibra, es ideal para comer cruda en ensaladas, hervida o asada. Un plato saludable que se hace sin complicaciones y se pueden combinar con otros ingredientes para acentuar su sabor dulce. La remolacha fresca se suele vender en manojos. Es preferible elegir aquellos que posean las raíces del mismo tamaño. Así, todas se cocinarán de un modo uniforme. Como todo lo que preparamos en casa, esta mucho mejor que la que compramos envasada.
No es recomendable congelar la remolacha cruda porque se reblandece, salvo que sean de pequeño tamaño. Se deben hervir y nunca más de dos horas. Después se sumergen en agua fría para facilitar su pelado. Una vez peladas se pueden cortar y congelarlas en un recipiente hermético.
Hay que tener cuidado al manipular las remolachas, ya que su fuerte pigmento mancha todo con lo que tiene contacto. En el caso de las manos, el color se quita frotando con sal de mesa. Lo mejor ponerse unos guantes de goma.
Esta receta la preparé para realizar otra que voy a poner en la próxima entrada del blog.
- Ingredientes:
Agua
*No le pongo sal porque la guardo para utilizar en distintas recetas en las que hay que añadirla.
- Preparación:
Lavamos las remolachas y tallos muy bien. Cortamos los tallos a unos 7 cm de la remolacha - Dejar el tallo impide que las remolachas sangren demasiado, y las hace más cómodas de sostener y terminar de pelar cuando están cocidas-.
Colocamos en una olla grande con agua que las cubra y las hacemos hervir hasta que estén blandas. Tardarán entre 40 a 60 minutos, o algo más, dependiendo del tamaño. Para saber si están tiernas, clavamos un cuchillo afilado o una brocheta en la más grande, y si vemos que penetra sin dificultad es que están cocidas. Las sacamos del fuego y escurrimos el agua poniéndolo en un recipiente, no tiramos el agua de cocción. Lo vamos a necesitar.
Ponemos agua fría en un bol u olla limpia y colocamos las remolachas dentro. También podemos dejarlas templar dentro del agua de cocción. Tomamos cada una por el tallo que le dejamos y empujamos con la mano hacia la raíz. De esta forma, la piel se deslizará fácilmente. Algunos trozos de piel pueden quedarse pegados, pero frotándolos con la mano saldrán. Colocamos las remolachas peladas en un bol limpio a medida que las vayamos pelando. Si no las vamos a servir enseguida las tapamos.
Si las vamos a envasar, las ponemos en los botes, enteras o troceadas, y llenamos estos con el agua de cocer las remolacha que hemos reservado. No hay que llenarlos hasta arriba del todo, lo mejor es hasta donde empieza la boca del tarro.
Ponemos un trapo en el fondo de una olla y los tarros encima, llenamos con agua hasta cubrirlos totalmente. Ponemos al fuego y cuando empiece a hervir el agua los dejamos veinte minutos, apagamos y dejamos templar dentro de la olla. Sacamos y guardamos.
Ponemos un trapo en el fondo de una olla y los tarros encima, llenamos con agua hasta cubrirlos totalmente. Ponemos al fuego y cuando empiece a hervir el agua los dejamos veinte minutos, apagamos y dejamos templar dentro de la olla. Sacamos y guardamos.